Las mantas de Dios
Arráncame
la piel del alma
oscura
luz de la terrible muerte
yazgo
contigo
en tu
última cama
acurrucada
en las mantas de Dios
el
pecho se ahoga de luz
débil
al engaño perpetuo
en la
molécula del sueño
me
refugio
chorreando
savia
y
espero, espero
tu
querida
última
caricia.
De: “Las mantas de Dios”
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