sábado, 28 de julio de 2018

DOUGLAS TÉLLEZ




  
Confesiones de un caníbal arrepentido



“Soy Paul McCartney y soy vegetariano”
La serpiente se sacude con un puño de plumas entre las mandíbulas.
Ignora el nido y los cascarones donde estuvieron los pequeños petirrojos.
En los perfumados jardines isabelinos no hay repugnantes depredadores.
De las alcantarillas y aguas del Támesi emergen las ratas grises, arrastran
secas truchas voladoras.
“Soy Paul Mcarney, soy vejetariano”
Como legumbres frescas y tomo té con galletas de soya.
Doy de comer a las palomas que se cagan en la plaza de Trafalgar Square
y pinto las manchas borradas del leopardo.
Como todo Sir con espada, escudo, escopeta, caballo,capa, sombrero
y veloces mastinés.
Salgo tras la escurridiza zorra o lo fugaces patos que aterrizan en los lagos.
“De esto hace muchos años”…
Un día mientras  pescaba…
Se iluminó mi corazón de protestante, remotas voces sacudieron
el aire húmedo, gritándome:

Help! i need somebody
Help! not just anybody
Help! you know i need someone
Help!

La boca del pez herida por el anzuelo, las burbujas de sangre manchando el azul
de la tarde….
“Mientras recogía al pobre pez me di cuenta: ‘Estoy a punto de matarlo, simplemente por el placer efímero que esto me aporta’.
Los mastines escarbaban la guarida de la fatigada zorra, seguramente temblaba
al escuchar el silbato y los disparos que convocan la estampida de la jauría.
Los patos caían al lago con los cuellos torcidos por los perdigones, leales los perros
se tiraban al agua para congraciarse con sus nobles amos.
Hubo pato a la Pekinese en la mesa de los señores.

El pez salta al agua, no sobrevivirá con ese tajo que le partió la boca.
He cumplido con las leyes divinas, he hecho mi acto de caridad,
he devuelto una vida a la vida.
Escucho voces remotas, dispersas en el bosque gritándome
desde la garganta de la serpiente.

Help! i need somebody
Help! not just anybody
Help! you know i need someone
Help!

“Fue como una iluminación para mí. Al ver a ese pez asfixiarse, entendí que su vida era tan importante para él, como la mía lo es para mí”
La tortuga avanza hacia la cámara, levanta vuelo, las luces de las antorchas
iluminan las veredas de los depredadores en el Amazona, la sabana africana y
el desierto australiano…
Los monos desollados parecen niños suplicando piedad al verdugo que blande
la navaja. Cuelgan las vísceras de sus vientres abiertos de un solo  tajo.
Las cabezas de cerdos cuelgan repugnantes en las carnicerías bávaras,
las piernas ahumadas, los jamones, los embutidos manchegos,  las tiendas
de pájaros disecados, los traficantes de pieles y colmillos…
Las mujeres de Munich, Copenhague, Paris, Madrid, Milán, Roma, Londres, Berlín, New York y Viena.
Lucen felpudos abrigos en conciertos
y bienales, en galas de beneficencias a fabor de la protección de los osos polares y
las serpientes del Sahara.
Los filetes de tilapia importados de la cuenca del lago Victoria,
los filetes de tortuga de las antillas, los filetes de res de Uruguay
Brasil y Argentina…
Los huevos de codorniz, el caviar que consumí durante días.
Los salmones noruegos, las langostas, los sesos de monos…
He aquí a un arrepentido caníbal, a un depredador domesticado.
“Soy Paul McCartney y soy vegetariano”



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