sábado, 28 de julio de 2018

IRMA TORREGROSA





Usos del paraguas



Por la tarde, una sale a cumplir los pendientes y descubre que le extraña. La lluvia cae
fuerte mientras camino hacia el paradero del autobús. Abro el paraguas y

(Sonrío y llueve más fuerte: el recuerdo moja mis pies.)

todo el trayecto se llueve hasta pintar las calles del centro. Bajo, y paso a paso voy cayendo
en la cuenta de que yo compré este paraguas porque estaba en mi mapa. Yo estaba en el
suyo y usted no traía un paraguas. El mío es lo suficiente para ambos, le dije.

(Caen, caen, caen recuerdos como pintura- caen como nosotros, como estrellas, como
besos-y temo hallarte en cada gota. Las líneas de la acera las dejan correr, perderse,
alejarse: transformarse en mariposas para que vuelen).

El paraguas susurra al viento y yo me pierdo entre los edificios en los que le imagino:

(Ahí está, camina hacia donde estoy y se va, así como llegó. Así como regresa, así como se
vuelve a ir).

Yo no lo sé, pero tal vez este paraguas es tan grande porque también me esconde de usted:
paso a través de todo eso que me llueve…. a quién engaño, pues:

Nunca regresó esa parte de mí que se fue en sus ojos el día último.

El paraguas y yo hemos caminado no se cuanto: las fotografías.

(Me toma una fotografía con el paraguas que a usted le encantaba jugar mientras fingía
que cantaba bajo la lluvia como Sinatra).

El sonido del tráfico es el piano de Calamaro que suena en este andar.

Usted, a pesar de que le olvido en cada paso, está. Me sigue, o tal vez lo imagino para no
sentir nostalgia.

Llego y no soy capaz de correrle. Dejo el paraguas en la puerta del lugar: le dejaría por un
rato y probablemente se me olvide.

Ahora no puedo: me sigue lloviendo.


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