lunes, 1 de octubre de 2018

FABIÁN RIVERA





Del autor a su creatura
o de cómo hablarle a un personaje rebeldoso que se cree dueño de sí mismo.
[Telón]



dibujado en sus posibles consecuencias
apaga la comezón entre sus dedos
con unas monedas en la mano;
el vaso en que bebía agua barata
refleja a la vecina sobre el rostro de su hijo,
rebautizándolo a madrazos.

hombre, querido mío, hombre fruta caída de un malsueño,
no te entrañes el deseo con teléfono en la mano
nunca trates de chismear tus ligerezas al compadre, tu vecino;
hombre-padre-hijo ya sin brazos,
pies a medias, vive a tu lado, patarrajada como indio mercadero;
no te entrañes no, no te extrañes en mi duelo:
finges y finges que te mueres, corazón de corazones,
estás fingiendo que te mueres, bello mío, almidonado,
sí, pequeño amor, no seas absurdo:
naciste a solas, en mi mano,
te encargo anotes minucioso lo que pasa,
el agujero comunica con el cuarto del vecino
tienes que contarme todo en la mañana:

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