miércoles, 24 de octubre de 2018

YAMILÉ PAZ PAREDES





Los que murieron y no sabemos nada 



…Y aun tuvieron la osadía de impedirnos
que les diéramos tierra
y poderlos querer por las pequeñas cosas.
No alcanzamos, siquiera,
a doblar la rodilla hasta sus bocas,
ni a preguntar por ellos a ellos mismos,
o a conocer su amor a las montañas
y qué simiente a diario iban sembrando;
si un día tuvieron hambre o bicicleta…
Tuvieron la osadía de impedirnos
que creciéramos juntos
(Nos faltó tiempo para estar más cerca
y no podemos decir que les amamos).
De ellos, uno por uno
sólo tenemos el último retrato,
la ira de su muerte
ondeando en cada puño
(Nos faltó tiempo para estar más cerca).
Llegamos al final de su voz,
y no sabemos nada.
Su voz, su amor y su certeza
no importaban.
Tan sólo eran cadáveres
—menos que eso—
un número global sobre un papel en blanco.
“Ciento cincuenta” (algunos dicen: treinta)
—ni siquiera ciento sin cuenta números—,
un sólo número, un número global,
tan sólo eran cadáveres de último momento.

Tuvieron la osadía de impedirnos
que creciéramos juntos.
Tuvieron la osadía.
No podrán impedirnos que regresemos
y en nombre de su voz y de sus nombres,
de lo que sí sabemos,
a ellos, los podridos,
los que nacieron muertos,
les metamos un plomo
en cada muerte.
Entonces les pondremos un número
—serán bastantes—.
Seamos más nosotros.


Tlatelolco, octubre 6, 1968 

Año de la represión



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