El gran simpático
La
realidad es una broma que ya me está poniendo
nervioso.
Un
armario con un payaso encerrado.
No hay
tiempo para hacernos guiños con los ojos,
el
asunto es grave, pesado:
Todo
hombre come un plato diario de confusión,
las
manos se desesperan en los cabellos,
el alma
se vuelve espalda.
Huele a
nocaut, a cuerpo amarrado al quirófano
y el
dolor, cara de serio, es un charlatán.
La
realidad es un teléfono timbrando,
un
telegrama de certezas muy cortas.
¡Ojo
picudo!
la risa
nos puede traicionar.
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