lunes, 3 de diciembre de 2018

ARGENTINA CASANOVA





Navegación I



La voz corre en las ramas y murmura:
Tendrías que ser los ojos frente a la tempestad
la tarde presurosa que se va tras las colinas
una noche avanzando sobre la costa
para abrazar las horas de una ciudad oscura
y se respira a la distancia aguas y a la distancia,
más aguas
Tiene los pies rojos de polvos lejanos a la costa
palmas de escamas en sus manos sujetas a la costa
viene a trote brioso sobre el mar,
frente a la ciudad el cielo rompe sobre los parabrisas

Estoy frente a la playa, y su voz llega entre las rendijas del muelle
a contracorriente en el graznido de gaviotas, ojos del puerto
vulnerable a la humedad
su mirada sigue con los pasos de los pescadores, recogen las redes
vuelven a casa por la sal del sudor, piel de las olas en sus cuerpos
De su vientre contraído bajo las lanchas
asoma el mar, con su inmensidad a cuestas
sin miedo a mirarnos
con su aliento a cascada de otras aguas
Desde sus entrañas todo es más pequeño
el amor con sus desvaríos, la vida con su limitada cuenta de los años
los odios que acaban con quienes los cultivan
ni tocan a quienes los siembran.


II

A estas horas
hay islas frente al mar que no alcanzan a ser suyas
almas de caliza y barro, bajo el tormento de la soledad
las que sueñan con el lecho de un antiguo océano en sus entrañas
apenas apaciguan el ansia del cuerpo que explota en la piedra
cubierta de limo dorado del sol atardece
el azul y las aguas estallan en los ojos,
apacible violencia de la llovizna,
la marina devora todo frente a sí,
y como el mar
tengo necesidad de irme con las aguas
abandono el miedo que lo mina todo

Y como él:
soy la furia y la calma sobre los arrecifes.
Afuera, donde termina la playa
Empieza otro universo
Con sus ciudades sobre islas viajeras
con sus avenidas de corrientes abismales
y el tráfico de barcos fantasmas en los muelles
Más adentro, después de la playa
El mar perro mojado, sacude su pelambre a nuestros pies
camina sobre la pausa de las aguas

En lo alto:
el día se asoma al filo del agua de los techos
corta el aliento, muere en los ojos de la tarde
el tiempo es uno, corre a la eternidad
sobre las ruedas del infinito.


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