martes, 19 de marzo de 2019

XAVIER OQUENDO





Diva

Tiene azules ojos, es maligna y bella;
cuando mira, vierte viva luz extraña:
se asoma a sus húmedas pupilas de estrella
el alma del rubio cristal de Champaña.
Rubén Darío



La reina de Saba era una fiesta. Con la luz de su candela fabricamos el baile.

Nos enamoró el oído. Mordió nuestros besos y aprisionó en su piel nuestras debilidades. Entonces, recalentados, como una merienda, la buscábamos en su balcón de Julieta, escalando sus enredadas palabras.

Es hija de Darío, el gran poeta, hermana de la princesa triste, qué tendrá la princesa. Una reina venida a más. Por sus ojos caminaba un Dios, en su boca actuó Greta Garbo.

Tuvo amigas en Roma. Fue famosa como las melcochas. Se perfumaba en uva y enjuagaba su cutis en las mañanas de luna.

El tiempo caminó con firmeza implacable.

En ella ahora muere un sol y vive entera la soledad que es el adiós a su reinado.

Ella es su recuerdo.


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