Plegaria a la poesía
Oh,
tu don cómo rige
mi
alma, poesía:
tú,
que, si fallo y me pierdo,
lo
sabes, te me niegas,
y
callas.
A
ti sola, poesía, te confieso
que
eres mi voz más honda:
caminé
sobre el prado de oro
que
fue mi corazón,
hollé
la hierba,
destruida
ya la tierra,
poesía,
aquella tierra
donde
tú me dijiste el más piadoso
de
tus cantos;
donde
por vez primera una mañana
vi
aletear en el azul la alondra
y
con los ojos intenté ascender.
Poesía,
poesía, tú que alientas
mi
hondo remordimiento,
ayúdame
a encontrar
mi
alta patria abandonada.
Poesía
que te das solamente
a
quien con llanto en los ojos
se
busca,
hazme
otra vez digna de ti,
oh,
poesía, que aún me miras.
Traducción
de Mariano Roldán.
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