Concierto del ángel
Busqué
a mi ángel. Lo encontré
en
las arenas de una rendida memoria.
No
me reconoció. Todo hallazgo fue entredicho,
línea
a línea fui borrándome hasta el primer asombro.
Es
el precio del ángel, me lo advertiste,
en
cuanto te vea habrá de calcinarte,
y
toda destreza aprendida contra insalvables poderes
te
traicionará.
Por
eso guarda lo que mejor de ti hayas traído
para
la ofrenda inútil,
será
escarcha en sus ojos glaucos.
Aprende
a destilar olivo en la chirriante música,
a
distinguir tenues grafías en uniones cada vez más dudosas.
No
es belleza lo que tus ojos admiran
y
tus labios fácilmente pronuncian.
Busqué
a mi ángel y lo perdí,
lo
recuperé cuando afirmé que no era mío.
Su
lengua de cedro me dibujó en el paralelo arco de los días,
su
evocación que no llama a nadie,
rápido
olvida y renombra impasiblemente las cosas.
Nuevos
rostros antiguos fueron sucediéndose
y
el ángel fue alimento de mi carne.
Todas
las voces llegaron tensadas al final
de
la garganta oscura.
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