viernes, 30 de agosto de 2019

FRANÇOIS COPPÉE





Intimidades



XI

Ella es algo pedante. Cuando leemos
-en tanto que las llamas nos acarician
mientras corren llenando la chimenea-
deja que se le escapen agudas criticas.

Como el libro juzgado siempre le busco
entre los mas hermosos de los mas buenos
de mis buenos amigos, constantemente
de tan duros ataques yo lo defiendo.

Pero, a pesar de todas mis intenciones,
resultan mis defensas defensas tibias...
¡Tenemos los amantes, alucinados,
tantas abdicaciones y cobardías!!!

Sin embargo, las voces de las poetas
hallan en las mujeres sus grandes ecos;
no cuando los arrastran vanos lirismos
y suben deslumbrados al quinto cielo;

sino cuando les cantan dulces, amantes,
como Sainte-Beuve, que sufre sus agonías,
o Baudelaire, que gime desesperado,
o Musset, si consigue vencer la risa;

cuando para embotarse la inteligencia,
rendida ya de males y sufrimientos,
buscan en los aromas embriagadores
de vagas languideces, paz y consuelo.

¡Ella los ama tanto, si le interpretan
del corazón las tiernas melancolías!
Y a mis pies reclinada, su voz repite
el pasaje que ¡tanto! Sufrió su critica.

Aquel dulce pasaje, mágico nido
en que siempre se esconden besos y besos...
...................................................................
Y sucede a menudo que el libro, torpe,
suele rodar muy pronto, rodar al suelo.


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