Lo que no se dijo
A
Alejandra Craules, por tu silente belleza.
¿Pero
quién? ¿Quién es el indicado
para
uno
si
no es uno mismo?
La
noche cierra los ojos y la vida sale al mundo
vestida
de frac,
tropezando
una y otra vez
con
la muerte simultánea
de
uno que otro peatón extraviado.
Transpiro
en exceso
lo
que no se dijo
para
no quedarme mudo
para no especular de más.
Llevo
en mis cuencas
la
simiente sicalíptica de tu cuerpo
acariciando
mis manos.
He
ablucionado mis propias mentiras
para
salpicar de esperanza el sano juicio
que
fue en mí, antes de ti.
La
lengua purga con nostalgia,
se
condimenta en montañas de sal
disueltas
con tequila
y
aún así, no logro hallarte.
He
congelado el portentoso brillo
de
tus labios
y
lo resguardo en las sombras del futuro
para
no morir de frío.
Masturbo
las estrellas,
para
no expulsar los demonios beatificados
por
tu éxtasis.
Si
hay algo que no dije
o
valga mi hambre dejar morir,
es
que por siempre y para siempre
me callo.
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