Elegía de las aguas
Verano,
tú aún Verano, Verano del Reino de la Infancia
despliegas
Edén de mañanas húmedas, de auroras y
esplendor
de mediodía como el vuelo del águila
Verano
de silencio hoy tan cargado de cólera bajo la
mirada
del Dios celoso.
Hete
aquí sobre nuestro destino duramente inscrito en la
carátula
del siglo.
Las
ciudades orgullosas yacen y gimen bajo un cielo sin
esperanza,
Traspasadas
de venenos de relámpagos, los ríos no tienen
ya
manantial ni recurso.
¡Ni
un vaso de vino! ¡Ni un vaso de agua en las terrazas
transparentes
Donde
sólo el agua apaga cuánta sed de inocencia!
¡Fuego!
¡Fuego! muros ardientes de Chicago ¡Fuego! ¡Fuego!
muros
ardientes de Gomorra
Fuego
sobre Moscú. Dios es el mismo para los pueblos sin
dios
que no pronuncian la Palabra
—Oh,
nieve, maná de esquimales, huracán de manos frescas
en
la frente de los bosques vírgenes.
El
Occidente, el Oriente, los pueblos extremos duermen
sobre
la arena, proas de piedras derribadas por el
Atleta.
Es
faraón de Egipto por la barba y el bastón de Moisés.
Señor,
piedad por los diez justos, más piedad por la China
por
la que oré tanto de niño
Piedad
por ti que haces florecer el Verbo, que ornas con
guirnaldas
el advenimiento de mayo como una garganta
noble.
¡Yo
os invoco, Aguas del Tercer Día!
Aguas
murmurantes de los manantiales, aguas tan puras de
las
alturas, nieves, aguas de torrentes y cascadas
Aguas
justas, vosotras Aguas de misericordia, os invoco
con
un grito ritmado y sin arrepentimiento.
Aguas
de los grandes ríos y de la mar más vasta y de la
mar
más fastuosa.
Y
tú sol, tú luna, que gobernáis las aguas del movimiento
contrario
en que se confunde la Unidad.
Yo
os lamento aguas lustrales por la expiación.
¡Que
la noche se resuelva en su contrario, que de la muerte
renazca
la vida, como un diamante de Aurora,
Como
el circunciso cuando, revelada la noche, se eleva el
Sol
Macho!
Vosotras
también, Aguas impuras, porque seáis puras bajo
mi
nombramiento
—El
poema hace transparentes todas las cosas ritmadas.
Aguas
de miasmas y cloacas, vosotras Aguas de las capitales
que
arrastráis tantos colores, tantas alegrías tantas
esperanzas
¡Oh! tantos sueños abortados.
Aguas,
corred, corred, id, id a la mar.
Lava
la sal toda agua derramada toda agua arrepentida.
Señor,
tú me habéis hecho Maestro-de-la-lengua.
A
mí, el hijo del usurero, que nací pardo, y tan débil.
Mi
madre me ha nombrado el impúdico, tanto ofendía la
belleza
del día.
Vosotros
me habéis otorgado el poder de la palabra en
vuestra
justicia desigual.
Señor,
escucha bien mi voz. ¡LLUEVE! Llueve
Y
tú has abierto con tus brazos de rayo las cataratas
del
perdón.
Llueve
sobre Nueva York, sobre Ndiongolor, sobre
Ndialakhar.
Llueve
sobre Moscú y sobre Pompidou, sobre París y sus
suburbios,
sobre Melburne, sobre Messina, sobre
Morzine
Llueve
sobre la India y sobre China —cuatro cientos mil
chinos
son ahogados, doce millones de chinos son
salvados,
los buenos y los malos.
Llueve
sobre el Sahara y sobre el medio oeste, sobre el
desierto,
sobre las tierras de trigo, sobre las tierras de
arroz,
Sobre
las cabezas de paja, sobre las cabezas de lana.
Y
renace la vida color de presencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario