Ars poética 1966
—debemos
borrar tantas palabras
inventar
un sonido que no sea
el
simple acuerdo
o
el oscuro contrato entre dos letras
—deben
morir las formas vivas
la
tibieza del pájaro
los
temblores de la boca
la
piel latiendo desde el corazón
y
su nostalgia ociosa
las
flores que sorben el agua turbia
confundida
normalmente con la sangre
—deben
claudicar la trascendencia insólita
el
adjetivo estridente
el
sublime concepto y el orgasmo
y
la humildad y el tedio y la locura
—y
las musas (venales corrompidas puras
hermosísimas
hipócritas)
deben
ser entregadas a aquellos
que
solamente han aprendido a poseerlas
—debemos
borrar tantas palabras y morder
la
raíz de cada sueño
y
lograr el perfume
no
la rosa
y
repudiar las llamas y alcanzar el fuego.
—para
quien toda lucha
es
siempre un signo
una
vibrante señal de advenimiento
un
gesto de astronauta sostenido
en
las sombras finales
que
a la tierra llaman
—para
quien crece de pie
entre
los suyos
que
aun no comprenden
el
exacto por qué de su estatura
—para
quien abre territorios
con
su grito
y
queda en el silencio
postergado
—para
quien lleva distancia
en
la mirada
y
la extiende en caminos
y
se aparta
—para
quien designa banderas tomando
los
poderes del aire
o
del recuerdo
—para
quien en su lecho
se
abandona
a
todos los misterios
—para
quien sabe con dolor
desprenderse
de lo humano
y
pierde su condición
y
su fiebre enrarecida
y
su vieja sustancia
y
deja de temer
porque
así nace
—para
quien desciende
en
lo terrible de la carne
donde
su eterno rostro
está
multiplicándose
—para
quien sólo aprende
a
desnudar su terco hueso
y
no canta
y
no puede esperar
porque
la muerte
porque
el hambre
porque
el amor y la bomba total
y
muchas cosas
—para
quienes ya no creen
en
las palabras
debemos
borrar toda palabra.
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