jueves, 19 de diciembre de 2019

CARL SANDBURG




  
En un suspiro                                              (A los hermanos Williamson)



Mediodía. La blancura del sol destella en el asfalto de la
           Avenida Michigan. El tambor de los cascos, el
           zumbar de los motores. Las mujeres de acá para
           allá con sus vestidos endebles; en sus pieles y en
           sus ojos juega el fuego del sol.

En el teatro, películas submarinas. Del calor de las aceras
           y el polvo de las cunetas, los transeúntes entran en
           un suspiro para atestiguar la existencia de grandes,
           frescas esponjas, de grandes, frescos peces, de
           grandes, frescos valles y cordilleras de coral
           tendidas en silencio, bajo el agua, en el lecho del
           océano, miles de años.

Se zambulle un buceador desnudo. En su mano derecha,
           un cuchillo lanza un tajo al vientre de un tiburón.
           El tiburón larga un coletazo. Un simple coletazo
           acabaría con el buceador... Pronto, el cuchillo se
           hunde hasta las cachas en el gañote del pez que
           vira... Las fauces llenas de dientes, cada diente una
           daga, hilera tras hilera, brillan cuando el cadáver
           estremecido es izado en un bostezo por los
           hermanos del buceador.

Fuera, en la calle, el murmurar y el canturrear de la vida
           al sol... caballos, coches, mujeres de acá para allá
           con sus vestidos endebles; en su sangre juega el
           fuego del sol.


De: "Poemas de Chicago"
Versión de Miguel Martínez-Lage




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