Los ríos de la mañana
Amanece
con la luz amanece
Y
los macheteros se levantan
y
toman el café de la mañana
y
las madres de la Plaza de Mayo se levantan
y
las abuelas de la Plaza de Mayo se levantan
componen
sus huesos y sus rostros
y
se aprestan a esperar eternamente
como
un mudo grito señas del retrato conocido
del corazón
y
en Guanacaste el campesino se levanta
a
llevar sus pintadas carretas al mercado
y
en Cochabamba el obrero de cobre se levanta
y
en Aden y en Huambo y en Harar el joven cubano
se levanta
quizás
añore la unción del café de húmeda tierra
pero
el sol es el mismo para todos los hombres
y
en su casucha el hombre que muere en Madrás
en la Costa de Marfil se levanta
el
hombre que muere su vida sangrante acumulada
en
la mirada de ojos azorados como el hambre
y
el monje esquelético del Ganges se levanta y reza
y
el bonzo de Hanoi se levanta con recuerdos llameantes
reza
porque no venga otra vez la bomba sombría
y
el obrero y el soldado y el campesino en Vietnam
se levantan
aunque
su día es nuestra noche y su noche es nuestro día
de
modo que cuando dormimos ellos velan
para
que nadie duerma y la sombra no olfatee las rendijas
y
en Morazán y en Verapaz y en Namibia y en el Sahara
los guerrilleros se levantan
porque
dormir le es dado a todo hombre
ahuyentan
de sus párpados
las
telarañas legañosas del sueño
y
en Ciego de Ávila y en Kursk y en Lobito hay un
hombre
que no ha dormido y aún se levanta un hombre que
ha velado porque los otros duerman
en
paz y ningún viento errado encrespe su respiración
sin orilla
y
el constructor del Baikal-Amur se levanta
para
seguir uniendo con un hilo férreo las entrañas del
hombre
y
los pedazos de la tierra rota por la helada
Los
hombres se levantan y entonces amanece
amanece
amanece sobre las canciones
que
hablan del río blando y sin fin que no retrocede
y
un nuevo día se ha agregado a la muchedumbre de los días
como
ola de un mar de espuma de segundos
también
sin duda el asesino se levanta pero no importa
es
una noche más que ha borrado el recuerdo de otras
noches sufrientes
también
sin duda el banquero y los coroneles se
levantan pero no importa
porque
el sol fluye con la mansedumbre de un buey de agua
y
gira el mundo y las sombras de ojos callados son abolidas
Amanece
obrero
de Moa que vigilas tu rebaño de máquinas
pastor
de Mongolia que empujas tu río lanar espumante
guerrillero
polisario aferrado con uñas y dientes a la piel
rugosa del desierto
machetero
de Las Tunas que vas y vienes entre batallas
vegetales con el viento y columnas altas y
dulces y
aguerridas
sindicalista
que en Corrientes te detienes a prender un
cigarrillo y con él el día
guerrillero
quiché que acaricias la alada esmeralda y velas
por sus hijos redondos
esclavo
del estaño que desciendes a la noche metálica
joven
con tu fusil en el Guazapa velándole el sueño al volcán
callado
llanero
que impulsas las cicatrices de los ríos al compás
de tu cuatro de pequeña cintura vidente
habitador
andino de la altura donde el cóndor erige su vuelo
lacerante
soldado
fronterizo vietnamita que detienes al tigre amarillo
campesino
del Yang-Tsé con tu roja conciencia de masa
y tus manos y ojos trabajosos
recién
desempleado de New Jersey en cuyo rostro
empieza a crecer la barba de Lincoln
hermosa
joven de la ciudad de Ho que fuiste prostituta y hoy
reeducas el viento tierno de tus miembros y
de tu espíritu
hombre
de Hiroshima con una llaga en forma de hongo
sobre la piel indefensa
poeta
que encuentras oscuro el día y sales a tu ómnibus
cotidiano como arrastrando una sarta de
pasadas palomas
soldado
angolano de semen enterrado que detienes el pecho
racista
doctor
de Phnom Pehn que conociste la bestia del horror y la
esclavitud sin reposo y el hambre
campesino
de Senegal de Zaire sin razones para vestir
tu hueso a flor de piel a flor de amor
guerrillero
palestino desterrado en la diáspora de sangre
obrero
negro de Sudáfrica que en tu carnet enseñas
una afilada sonrisa
joven
que has visto al coloso calvo y desnudo al Momotombo
que callado retumba sin espantar las garzas
blancas
de Darío
maestro
cubano de Estelí de Zelaya que unes tu corazón
de letras a los ojos no abiertos por los
libros
todos
confirman con sus párpados la lenta luz que nace
Amanece
en la luz amanece
Y
más de un hombre no ha dormido y más de un hombre
durmió
y ya no despertará y más de un hombre despierta
en la mazmorra
y
hasta los secuestrados y desaparecidos despiertan
y
hasta los muertos despiertan con el canto de los ríos como
la gruesa voz negra de Robeson
el
canto humilde del río que no retrocede
y
va de menos a más y no puede detenerse
el
canto humilde el canto rodado en el pecho del río
que
guarda un huevo de esperanza para vosotros hombres
un
canto que se abre por fin en la luz empecinada
que amanece
julio de 1982
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