domingo, 16 de febrero de 2020

RAÚL HERNÁNDEZ NOVAS





Los ríos de la mañana



Amanece con la luz amanece

Y los macheteros se levantan
y toman el café de la mañana
y las madres de la Plaza de Mayo se levantan
y las abuelas de la Plaza de Mayo se levantan
componen sus huesos y sus rostros
y se aprestan a esperar eternamente
como un mudo grito señas del retrato conocido
    del corazón
y en Guanacaste el campesino se levanta
a llevar sus pintadas carretas al mercado
y en Cochabamba el obrero de cobre se levanta
y en Aden y en Huambo y en Harar el joven cubano
    se levanta
quizás añore la unción del café de húmeda tierra
pero el sol es el mismo para todos los hombres
y en su casucha el hombre que muere en Madrás
    en la Costa de Marfil se levanta
el hombre que muere su vida sangrante acumulada
en la mirada de ojos azorados como el hambre
y el monje esquelético del Ganges se levanta y reza
y el bonzo de Hanoi se levanta con recuerdos llameantes
reza porque no venga otra vez la bomba sombría
y el obrero y el soldado y el campesino en Vietnam
    se levantan
aunque su día es nuestra noche y su noche es nuestro día
de modo que cuando dormimos ellos velan
para que nadie duerma y la sombra no olfatee las rendijas
y en Morazán y en Verapaz y en Namibia y en el Sahara
    los guerrilleros se levantan
porque dormir le es dado a todo hombre
ahuyentan de sus párpados
las telarañas legañosas del sueño
y en Ciego de Ávila y en Kursk y en Lobito hay un
hombre que no ha dormido y aún se levanta un hombre que
    ha velado porque los otros duerman
en paz y ningún viento errado encrespe su respiración
    sin orilla
y el constructor del Baikal-Amur se levanta
para seguir uniendo con un hilo férreo las entrañas del
    hombre
y los pedazos de la tierra rota por la helada
Los hombres se levantan y entonces amanece
amanece amanece sobre las canciones
que hablan del río blando y sin fin que no retrocede
y un nuevo día se ha agregado a la muchedumbre de los días
como ola de un mar de espuma de segundos
también sin duda el asesino se levanta pero no importa
es una noche más que ha borrado el recuerdo de otras
    noches sufrientes
también sin duda el banquero y los coroneles se
    levantan pero no importa
porque el sol fluye con la mansedumbre de un buey de agua
y gira el mundo y las sombras de ojos callados son abolidas
Amanece

obrero de Moa que vigilas tu rebaño de máquinas
pastor de Mongolia que empujas tu río lanar espumante
guerrillero polisario aferrado con uñas y dientes a la piel
    rugosa del desierto
machetero de Las Tunas que vas y vienes entre batallas
    vegetales con el viento y columnas altas y dulces y
    aguerridas
sindicalista que en Corrientes te detienes a prender un
    cigarrillo y con él el día
guerrillero quiché que acaricias la alada esmeralda y velas
    por sus hijos redondos
esclavo del estaño que desciendes a la noche metálica
joven con tu fusil en el Guazapa velándole el sueño al volcán
    callado
llanero que impulsas las cicatrices de los ríos al compás
    de tu cuatro de pequeña cintura vidente
habitador andino de la altura donde el cóndor erige su vuelo
    lacerante
soldado fronterizo vietnamita que detienes al tigre amarillo
campesino del Yang-Tsé con tu roja conciencia de masa
    y tus manos y ojos trabajosos
recién desempleado de New Jersey en cuyo rostro
    empieza a crecer la barba de Lincoln
hermosa joven de la ciudad de Ho que fuiste prostituta y hoy
    reeducas el viento tierno de tus miembros y de tu espíritu
hombre de Hiroshima con una llaga en forma de hongo
    sobre la piel indefensa
poeta que encuentras oscuro el día y sales a tu ómnibus
    cotidiano como arrastrando una sarta de pasadas palomas
soldado angolano de semen enterrado que detienes el pecho
    racista
doctor de Phnom Pehn que conociste la bestia del horror y la
    esclavitud sin reposo y el hambre
campesino de Senegal de Zaire sin razones para vestir
    tu hueso a flor de piel a flor de amor
guerrillero palestino desterrado en la diáspora de sangre
obrero negro de Sudáfrica que en tu carnet enseñas
    una afilada sonrisa
joven que has visto al coloso calvo y desnudo al Momotombo
    que callado retumba sin espantar las garzas blancas
    de Darío
maestro cubano de Estelí de Zelaya que unes tu corazón
    de letras a los ojos no abiertos por los libros
todos confirman con sus párpados la lenta luz que nace
Amanece en la luz amanece
Y más de un hombre no ha dormido y más de un hombre
durmió y ya no despertará y más de un hombre despierta
    en la mazmorra
y hasta los secuestrados y desaparecidos despiertan
y hasta los muertos despiertan con el canto de los ríos como
    la gruesa voz negra de Robeson
el canto humilde del río que no retrocede
y va de menos a más y no puede detenerse
el canto humilde el canto rodado en el pecho del río
que guarda un huevo de esperanza para vosotros hombres
un canto que se abre por fin en la luz empecinada
    que amanece


julio de 1982


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