sábado, 20 de junio de 2020

ELIZABETH BARRETT BROWNING

 


De mi cabello nunca di un rizo a un hombre…

  


De mi cabello nunca di un rizo a ningún hombre,
amado mío, salvo el que te ofrezco ahora
y, pensativamente, en toda su largura
sombría, voy ciñendo en torno de mis dedos.

 

Tómalo. Ya mis días de juventud pasaron;
ya al paso alborozado no tiembla mi cabello,
ni prendo en él la rosa o los brotes del mirto,
como las chicas suelen: ya solo puede, en pálidas

 

mejillas, sombrear las huellas de mi llanto,
y se avezó a soltarse cuando a la frente inclina
con su arte el dolor. Temí que las tijeras

 

fúnebres lo cortaran primero, y ha vencido
tu amor. Tómalo. Puro como antaño, hallarás
el beso que, al morir, en él dejó mi madre.

 

 

 


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