Fiesta en casa
Como un tierno lobizón que se transforma
impongo una luz propicia para aparecer.
Enardecidos, clamamos en silencio por el ardor
y convertimos en jungla nuestros dramas.
¿Quedarán por lo menos adherencias en los dedos?
Suena la música que viene de países
y que nos conmueve:
bailamos y con las uñas nos agujereamos la piel.
¿Podrá perderse lo que nunca se tuvo?
La luna intenta corregir mis tentaciones:
ya no seré nunca mis peligrosos recuerdos
sino esta forma del jazz que me persigue.
Romper una copa, dar un puñetazo, gemir.
De: “Addio a la mamma,
fiesta en casa y otros poemas”
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