Seguid la carretera que tendida…
Seguid
la carretera que tendida
entre
prados está
como
inmenso reptil de fina escama
parado
a descansar,
y
una plaza, antesala de una aldea,
por
fin encontraréis
donde
la vieja iglesia está orgullosa
de
su misma vejez.
Y
allí donde agrupadas las acacias
al
declinar el sol
parecen
los guardianes que se estrechan
para
velar mejor;
allí
donde las brumas misteriosas
flotan
entre la luz;
donde
corta el escueto campanario
el
horizonte azul;
allí
donde las negras cordilleras
parecen
a mi afán
negras
perlas formando de los valles
el
sombrío collar,
está
la pobre aldea que idolatro
porque
en ella nací,
cuando
el otoño descolora impío
de
la selva el matiz.
Mi
hogar perdido en la olvidada aldea
contemplad
con amor
y
en su iglesia rezad, que allí he rezado
mi
primera oración.
¡Mi
aldea! Quiero verla, quiero sola
sus
playas recorrer
y
aspirar en sus auras nueva vida,
la
vida de la fe.
¡Llevadme,
por favor! Busco armonías
que
sólo encuentro allí,
secreto
de sus noches y sus olas
que
cantan al gemir.
Quiero,
Galicia, en tu adorado seno
mi
tristeza cantar,
tú,
que vives, cual yo, desventurada,
tú
me comprenderás.
Quiero
en tus soledades dar al mundo
mi
postrimer adiós…
y
en tu iglesia rezar entre mis lágrimas
mi
postrera oración.
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