La fe perdida
Vacío
está el confesionario.
Desgastado —suavizado—
en colores antiguos y gloriosos está el mármol
en el que se ha arrodillado el penitente.
A paso lento me acerco y admiro
el lugar en que también yo una vez me arrodillé.
Y con reverente cercanía
yo, que ya no creo,
me inclino y beso el mármol
adonde aquellos que todavía creen
vendrán a arrodillarse.
Desgastado —suavizado—
en colores antiguos y gloriosos está el mármol
en el que se ha arrodillado el penitente.
A paso lento me acerco y admiro
el lugar en que también yo una vez me arrodillé.
Y con reverente cercanía
yo, que ya no creo,
me inclino y beso el mármol
adonde aquellos que todavía creen
vendrán a arrodillarse.
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