viernes, 23 de octubre de 2020

OSIP MANDELSTAM


 


 

¿QUÉ PUEDO HACER con este cuerpo mío irrepetible,

que me ha sido dado?

¿A quién, dime, debo agradecer,

por la apacible alegría de respirar y vivir?

 

Yo soy el jardinero y soy la flor,

En la mazmorra del mundo no estoy solo.

 

En la eternidad del cristal ya se ha esparcido

Mi aliento y mi calor.

 

En él está impreso un signo,

Irreconocible hasta hace poco tiempo.

 

Ojalá la bruma se diluya en los instantes

Para que no borre el signo amado.

 

 

 

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