Botella
al mar
Frente
al oleaje que muere
en
un ruedo de espuma sobre la playa
y el
sonido constante de las aguas
arengando
el piar de las gaviotas
que
asedian con sus alas
la
contemplación del firmamento
desde
la costa;
de
pie y sin rótulos que te definan,
conociéndote
a ti misma
o
quizás, solamente,
ignorándote
un poco menos;
con
los ojos siguiendo la curva del planeta
desvanecida
en los extremos del atardecer,
sola
y sin objeciones,
salvo
la obstinada ilusión
o el
desmemoriado inventario de altibajos
y
momentos dichosos;
prendida
al mástil de un velero
que
se aleja cual banderín que se entrega
a la
liberalidad del viento,
arrojo
una botella al mar repleta de mi voz,
sabiendo
que un día arribará a algún puerto,
a
cierta playa resplandeciente,
donde
alguien la recoja,,
beba
en ella y,
tal
vez, me responda.
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