Si alguien la toca llora, da un
chillido,
se esconde, oculta la terrible herida:
como un gorrión se pasa el día entero,
entre hombres, mirando de reojo,
al menor ruido sale disparada.
Por la noche sortea los piropos
como un ratón. Por fin, segura, en casa,
cose camisas, zurce calcetines
al padre y al hermano, hace la cena,
se acuesta pronto y cierra, con la luz,
sus treinta años. Duerme nalguiprieta,
cierra sus bellos ojos hasta el día.
Versión de Jesús
Pardo
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