sábado, 26 de diciembre de 2020

SARA CAVIEDES

 

  

 

Camille Claudel

 

 

I.

 

No hay pasión de ojos abiertos.
Has empuñado el fango,
la sombra de una piel que habría de incendiarte,
la gubia y el cincel,
el mango
envenenado del martillo.
Vagas por hormas de libertad que aprieta quien te teme.
Y aquí todo se paga.

 

 

II.

 

Tus verdugos son manos que respiran
a la noche la sal, su aliento de difunto,
y cuelgan la llave de tu cárcel
junto a liebres de vientre desollado
¡Quién te arranca la piel!
¡Qué madre!
¡Quién te arranca la memoria!
¡Qué amante!
¡Qué hermano!
¡En qué silla la sombra,
la sangre!
¡En qué silla esperan
tus ojos abiertos
por debajo de los ojos cerrados!
¡Qué siglo de manos!
Camille Claudel,
treinta años de infierno
no es una temporada.

 

 

III.

 

Te has cincelado un cuerpo abatido de verdad.
Ya no estás en las siestas de los faunos.
Por tus labios de mármol gana la vida
de apetitos feroces, la vida,
por tus labios de jade
la lluvia silenciosa,
por tus labios la lluvia,
ingrávida tú, la lluvia.

 
Camille Claudel,
tu boca de jade
nunca
cercada de cipreses.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario