viernes, 8 de enero de 2021

SHARON OLDS

 

 


 

En el hospital, cerca del fin

 



De pronto mi padre alzó su camisón, yo
giré mi vista pero él rompió en llanto
¡Share!, así solía llamarme, así que giré y lo vi. Él estaba
sentado en la rígida cama del hospital con su
bata alrededor del cuello
así pude ver el peso que había perdido. Miré donde
había estado su rojizo y terso estómago y
vi su flácida piel caer
en un negro y enredado flojel que baja
a la base de su vientre, el sombrío torso de un gran hombre
que pronto habrá de morir. Desde un principio
vi que tan semejantes eran nuestros cuerpos, en el
doblar blando de las caderas, entonces
vi qué tan parecido era su cuerpo
al pequeño cuerpo de mi hija, la pelvis
blanca como una caracola
demacrada sobre la arena. Vi la
escultural belleza de los pliegues de su piel como
algo derramado, una rica y densa masa,
vi la triste y arrepentida sonrisa en su rostro
sus ojos castos, su inocencia mientras
me enseñaba su cuerpo viejo y desnudo
y preñado de cáncer; él sabe que lo encontraré
hermoso. Si alguien me hubiera dicho que
sentado junto a él alzaría su camisón
y que habría de amar su cuerpo exhausto de muerte y su
deseo de compartir aquel cuerpo, si tan solo me hubiesen
dicho que vería el obscuro capullo de su pene enredado en
el negro y espeso vello y luego mirarlo
como miro a mis hijos, con amor y estupor,
no lo hubiera creído. Pero todavía puedo ver
los pequeños copos de nieve, blancos y azules, en la bata de algodón y vuelan
como tantas veces nos prometieron que se alzarían hacia la muerte
velos caerán sobre nuestros ojos, nosotros ya todo lo sabremos

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario