miércoles, 14 de abril de 2021

JORGE RUIZ DUEÑAS

 

 

 

Las restricciones del cuerpo

(Fragmento)

 

Ahora digo que ánimo y ánima conjuntos se tienen

entre sí, y por sí, forman una sola natura (…)

Lucrecio

 

Para Lêdo Ivo

 

 

Los límites

                  el contorno

los bordes de la piel al escalar la fiebre

la ceniza

                entre los miembros y su eje

 

El movimiento

                        cartílago nutriente

sube en la bruma del recuerdo

y la agilidad del párvulo o del simio

es emoción para el trapecio

Pero la incertidumbre y la vida

determinan el visado                 

Aquel mozo que ansiaba el periplo asido al mástil

no permuta más poemas

ni recorre senderos cubiertos de hojarasca

 

Entonces

                una alfombra sembrada de castañas

el esplendor arbóreo

y en el fondo de sus brazos el azoro                                     

 

Entonces

                el tiempo era futuro

con el mensaje de los mancos y los ciegos

o las llagas del crucificado  

y la astilla del hueso

y el trance de mi sacrificio

 

Antes

           en el camino al universo de las gasas

más allá del urinal 

                              y los vapores de amoniaco

la certeza de lo impuro abrió su pasmo

las cofias y las batas

el cuerpo colmado de platino

la miseria personal tan abrumante

sin alivio ni resurrección

 

Mas

        en el cuarto

donde el paso de las nubes

sólo era receptivo a la desdicha

los órganos se entrenaban para consultar a los augures

medir los fluidos

                           sopesar los alimentos

                                                                y navegar con la palabra

 

Después

                hablé de las cartas amorosas de un profeta

al amparo de custodios

Del vagar untuoso de los cuerpos

De callejones eternos

y cadáveres al sol

No era el caso de esperar en los túneles

donde la turba gritaba camino de batallas dominicales

Tampoco de curar la herida del caído

o reprimir la violencia derramada

si la marea ocultaba a los sicarios

 

En aquel tiempo el agua cortaba los puentes

y veía el ciervo del parque

por entornadas ventanas donde moraron los poetas

 

En aquel tiempo ascendí a la Torre

por párrafos descritos

                                     como no la vieron invasores

y la cerveza podrida corría en las catedrales

al dejar a su suerte una postal del mundo

 

Los edificios decrépitos

                                       los domos con verdín

apenas otra pradera para cuervos

habituados a colgar sus excrementos

en las lianas del voltaje

 

Después volvía

      al jardín de tulipanes

donde la perfección impedía ver los pederastas

en su labor sobre la vulva de las niñas

y los perros corrían liberados de correa

y las madres leían revistas cuidando las carriolas

alejadas del canto de los agentes de bolsa

 

 

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