lunes, 10 de mayo de 2021

DORA GUERRA

 

 

Roma

 

 

¿Cómo diré tu proporción inmensa?
Con mayúsculas escribiré tu nombre
y me sentaré, mínima, a soñar tus glorias infinitas.

 

Todos los caminos de la tierra a ti conducen,
y tu majestad indiscutible sigue gobernando.

 

Si tus miembros mayores se te han muerto,
si casi el corazón…
Yo sé tu sangre caliente todavía
corriendo por las venas más anchas de este mundo.
Yo sé tu voz despierta,
tu oído vigilante,
y nada pueden contra ti, nada podemos
porque tu planta está apoyada desde mucho
en tierra firme.

 

Porque un solo dedo tuyo alzado, basta.
Porque tu labio, aun en silencio, también basta.

 

Diré tu signo más pequeño
o el agua que reblandece tus heridas,
o tal vez pueda decir un poco
la solemne rosa de tus vientos.

 

Estratos milenarios de ciudades,
geología de templos,
huesos gigantes de mamut corintio,
muela careada colosal.

 

Oh roca con ventanas,
ciprés edificado,
y tu cúpula inmensa como un iris con la pupila abierta:
ojo potente para ver a Dios.
Misterioso silencio el de tus plazas por la noche,
minúsculo es el hombre que las cruza
y terribles los monstruos de piedra que las pueblan.

 

El agua de tus fuentes.
Hablemos de ella:
en todos los rincones de la historia
está su canto eterno.
Beber su cuerpo puro es beber agua viva,
bendita entre las aguas.

 

Y el valle de tu nombre
donde pastan corderos casi bíblicos.
Olivos y viñedos, horizontes, cipreses,
bajo tu luz dorada incomparable.

 

¿Cómo decirte a ti,
que eres la ciudad grande, la magnífica
la de todos los tiempos?
¿Y también la dulce ciudad de los atardeceres
y las lunas perfectas?

 

¿Cómo decirte a ti,
sino tu nombre?
Sólo él puede estar hecho a tu medida,
y por eso, me sentaré mínima a tus puertas
y con mayúsculas escribiré tu nombre eterno.

 

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