Poeta
Se
te dio, poeta, el don de la mirada
sobre
las cosas bellas; pudiste ver arder
el
mar y encenderse los bosques en la noche.
Se
te dio, poeta, el color, el sabor, el tacto
de
la belleza.
Se
te dio la palabra.
Se
te dio la música.
Y a
cambio, poeta, se te dio el dolor,
el
desgarro infinito, inconsolable, impúdico
de
contemplar
cómo
lo bello se hace mentira
a
poco que alguien se recree en su goce.
Se
te dio, poeta, el dolor de saber
que,
al cabo, de nada sirve tu palabra.
Es
la poesía, y no tú, poeta,
la
que resiste al tiempo.
Morirás,
poeta,
aunque
tuyos sean ahora
el
color, el sabor, el tacto… la poesía.
De: “A mano alzada”.
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