Oda
al agave
Arranca
a la tierra su corazón y apaga en sus hijos
la
sed del alma.
Mano
que ruega al cielo, huella y paisaje,
boca
multiplicada
(también
se aburre de luz en la tarde).
Espera
la jima,
que
roba sin dolor su miel divina.
Lengua
vegetal del asombro, diván azul,
pedazo
de sol
y
luego escombro.
Tequila,
jugo de planta con rostro milenario,
agua
de río que se quema,
triunfo
mestizo,
teorema.
Tener
el tiempo, la savia,
la
sangre, el agua y el fuego,
de
un pasado que nos sostiene
y
responde viril a nuestro ruego.
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