La
calle del agujero en la media
Yo
conozco una calle que hay en cualquier ciudad
y la
mujer que amo con una boina azul.
Una
calle que nadie conoce ni transita.
Yo
conozco la música de un barracón de feria,
barquitos
en botella y humo en el horizonte.
Yo
conozco una calle que hay en cualquier ciudad.
Ni
la noche tumbada sobre el ruido del bar
ni
los labios sesgados sobre un viejo cantar
ni
el affiche gastado del grotesco armazón
telaraña
del mundo para mi corazón.
Ni
las luces que siempre se van con otros hombres
de
rodillas desnudas y de brazo tendidos.
Tenía
unos pocos sueños iguales a los sueños
que
acarician de noche a los niños queridos.
Tenía
el resplandor de una felicidad
Y
veía mi rostro fijado en las vidrieras
Y en
un lugar del mundo era un hombre feliz.
¿Conoce
usted paisajes pintados en los vidrios
y
muñecas de trapo con alegres bonetes
y
soldaditos juntos marchando en la mañana
y
carros de verdura con colores alegres?
Yo
conozco una calle de una ciudad cualquiera
y mi
alma tan lejana y tan cerca de mí
y
riendo de la muerte y de la suerte y
feliz
como una rama de viento de primavera.
El
ciego está cantando. Te digo, amo la guerra.
Esto
es simple, querida, como el globo de luz
del
hotel en que vives. Yo subo la escalera
y la
música viene a mi lado, la música.
Los
dos somos gitanos de una troupe vagabunda.
Alegres
en lo alto de una calle cualquiera,
alegres
las campanas con una nueva voz.
Tú
crees todavía en la revolución
y
por el agujero que coses en la media
sale
el sol y se llena todo el cuarto de sol.
Yo
conozco una calle que hay en cualquier ciudad,
una
calle que nadie conoce ni transita.
Sólo
yo voy por ella con mi dolor desnudo,
sólo
con el recuerdo de una mujer querida.
Está
en un puerto. ¿Un puerto? Yo he conocido un puerto.
Decir:
Yo he conocido, es decir: Algo ha muerto.
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