En
los días venideros
En
los días venideros
Cada
cual tendrá su sitio;
Aquellos
que derramaron
Su
vida por conseguirlos,
Y su
juventud volcaron
Sobre
los anchos caminos.
Esos
llevan en la frente
Duro
metal encendido,
Simientes
de sembradura,
Relentes
de sol invicto.
En
los días venideros
Cada
cual tendrá su sitio.
Los
que fueron vivas ascuas
Con
cuerpo y pecho encendidos,
Y
los que siempre anduvieron
Bajo
el temor escondidos,
Y
son como quienes viven
Con
el corazón vencido.
Árbol
que no tenga frutos
Será
como un leño herido,
Astilla
para el brasero,
Viejo
mojón del camino.
El
hombre tendrá en los labios
El
resplandor de sus gritos,
Y si
no ardieron sus manos
Con
fuego de monte ardido,
Su
sangre será una sombra
Sin
esplendores ni brillos.
Los
que se han puesto de lado,
Eludiendo
su camino,
Irán
como pobres sombras
Sin
saber ni lo que han sido,
Sin
tener en la vejez
El
respeto de los hijos.
En
los días venideros
Cada
cual tendrá su sitio;
El digno
tendrá una muerte
En
campo abierto y tranquilo;
Los
ojos, tristes mortajas
Que
huelan a triste olvido.
Y en
un murmullo solar
Se
encenderán los caminos.
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