lunes, 26 de julio de 2021

MARIO FRAUSTO GRANDE

 



tremenda mamada a mr. darcy¹

 



se explicaba bien, pero no sólo de su amor tenía que hablar
también tenía que bajar la guardia, volverla
leche, un vaso blanco y derramado
en la punta de su verga, no pudo resistirlo
ya era tanto el despecho, los enredos,
los pañuelos tibios, los intentos, miró
al chico en una esquina sucia, en un filo
apenas iluminado por la brevedad del silencio,
se acercó, le acarició el rostro,
soy incapaz de contener mis sentimientos, le dijo
besó su boca, su cuello, su espalda
el durazno firme en su boca y
por un momento
fue más elocuente
en el tema de la ternura que en el del orgullo,
se olvidó de todo, y
cuando el chico bajó a conocer
la suma de sus piedras,
se quedó pasmado,
atento al abrazo de la saliva
y al olor de la calle
en los días lluviosos, miró al cielo
dudó un momento, pensó
en los obstáculos de familia
que el buen juicio
le había hecho anteponer siempre a la estimación
,
y luego volvió al chico, a su rostro,
a la saliva ablandando sus piedras,
ya no puedo más, se dijo
y una gruta clara
se le abrió en el cuerpo,
tremenda mamada, pensó
un vaso blanco y derramado
bajo la forma oscura del cielo

 

 

1.- Las partes en cursivas -con excepción de la última- son fragmentos tomados de la novela Orgullo y prejuicio de Jane Austen en su edición hecha por editorial Austral.

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