Todos
mis niños se persiguen entre los
árboles.
De sincera fisura, sus pies marcan el piso,
nuestro,
El piso de piedra rojiza.
Mis
niños gritan
y sus árboles se descomponen y
ligeros criban el aire que los surca de pluma y hoja.
Estos
niños,
Del atardecer mis niños,
Se conocen unos a otros en cortejos fúnebres
Y al escalar estos parques,
Promontorios, lomas de elefante,
Divisan el hogar de su amor completo,
Una tumba,
Una cueva,
una calle,
el cielo naranja
y mi miedo al paso.
Estos
niños,
Mis niños nuestros,
Sabrán amarme entre parques de violetas
Y la soledad del aire.
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