Grises las
sienes, cana la cabeza.
Poco
tiempo te queda, mas no temes
al
Tártaro infeliz, pues todavía
el
amor te seduce con sus juegos.
Estas
cosas cantabas hasta ayer
y
brindando por Venus te encendías
al
leer esos versos de Mimnermo
en
torno a la vejez, donde se lee:
¿Cómo
puede la vida sin amor
ser
venturosa? Efímero es el fruto
de
nuestra juventud. Sólo un instante
y ya
queda la muerte para siempre.
Yaces
en una cama condenado
por
un mal incurable. Intensa niebla
te
envuelve la memoria y la mirada.
Te
llevé los “Quaderni della Valle”
con
poemas de Safo y Anacreonte
y
con voz apagada me dijiste:
No
los conozco. Nunca los he visto.
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