Fuga
para contrabajo y saxo
Caminar,
siempre caminar
como la que partió hacia otra parte
con un morral de planes e ilusiones,
dejando sin musa al soldado
sucio con saliva de palabras.
Nos
parecemos a ella,
manchando de tinta los papeles,
empuñando algo en la despedida. Intentando
desbaratar el sentido de las horas.
Quizá porque nadie ha llegado a conocernos
y ese sea nuestro triunfo.
Cerca
nuestro, objetos que callan y escuchan,
trozos de lunas que inventaba para seducirte,
casas deshabitadas y sin césped
en las que nos amábamos violando cerrojos.
Así
como la vida, la fiesta siempre está en otro lugar;
tal vez en Edimburgo, Quintay o Valdivia
pero la llama que queda en nuestros ojos
nos acompaña
cuando partimos
y olvidamos
las fosas que se abren
cada día.
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