lunes, 11 de octubre de 2021

JOSÉ MÁRMOL

 

 

Recuerdo

 

A un par de kilómetros de lentitud, la espesura de las olas figura leche de mar. Un bote podrido, a la orilla. Esqueleto de pez guanábano. Vacío caracol con cráteres de luna hedionda. Lo imposible ha sido, me lo han dicho siempre, que varíe de tono el sonido del mar. A cinco mil millones de años de quietud, el océano rezonga: una marmota espesa en hibernación. Sinfonía monocorde en los acantilados. Sonido de un silencio vegetal. Acrobacia del crepúsculo ahogado de horizonte. El hombre y el mar. La mujer y la mar. Una hoja tiembla, de uva playa, sin que su forma acabe de caer. Un lecho de agua mansa. Un palmo de arena tibia. Un lecho de luz blanca y de ceniza negra. Más abajo, a un par de kilómetros de lentitud, un cuerpo reposa, ya sin voz, ya sin rostro, ya sin vida tal vez.

 

De: “Torrente sanguíneo”

 

 

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