Los
helechos
‘Parque Jurásico’: «rodeados de plantas…»
La Enciclopedia Salvat, vol. 15
Todavía siguen ahí todas aquellas películas (los helechos inadvertidos)
que
no querríamos volver a ver más,
ya
pasó, dijimos
habituales
fáciles de palabra rápida
todo
el peso de los días recostado (en
los helechos)
en
el gesto acostumbrado.
Ignorando
que
más
allá de la extensión infinita de los contenidos extra
más
allá del montaje del director, permanecerán
ante
todo
no
las películas más audaces
sino
las más felices,
sostenidas
no
rescatadas
nostálgicos
no,
como
se recupera aquello que nunca se ha ido.
Permanecerán
para bien o para mal
(los helechos)
como
pequeñas piedras de adoración
secas
y precisas,
manutención
en los bolsillos
irreversibles
del
bañador.
Hoy
siguen ahí con su insistencia sana (y
lanceolada)
que
algún día parecerá salvarnos
o
nos salvará, quién sabe,
porque
merecía la pena citarse en el cine
como
una gran decisión adulta y aún
no
estaba demasiado claro qué demonios era
aquello
del dolby surround. Ahora
sus
voces sigilosas (sus
hojas)
nos
rodean o nos envuelven.
Siguen
ahí, en efecto,
urdieron
una espesura apropiada,
autoridades
del tránsito de nada sirve
tener
miedo
(de los helechos)
si
su presencia
el
día en que volvamos
es
más vívida que todo lo que alguna vez tuvimos
que
lo que no tuvimos jamás,
si
su presencia
de
golpe
nos
acorrala
si
se impone sin publicidad y sin cortes
si
su emulsión nos deja secos en el sofa
en
el interior
del
coche volcado de una noche tormentosa y selvática
a
retazos nuestras ropas
los
cristales rotos del parabrisas
la
pierna herida de Jeff Goldblum
perseguidos
por el Tiranosaurio Rex
huid
huid
hacia
la valla
hacia
el perímetro electrificado
(en
dirección a los helechos)
atravesadlo
de
nuevo atrapados por decenas de
gallimimus gallimimus gallimimus
gallimimus gallimimus
De: “En
este lugar”
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