XXXIII
Nuestro
tiempo ha secado
sus semillas
y nosotros, ahora,
nos vemos caminando sobre ellas
como si fuesen cáscaras
o guijarros de río.
Humilde
en nuestras casas
reverbera en lo oscuro,
como el barniz saltado de los muebles,
en las habitaciones de los muertos,
lo que ya no esperamos,
pero no hemos dejado de anhelar.
Danzan
sobre nosotros
las estrellas
en la noche callada
de nuestro desamparo y nuestra dicha.
Aún
tenemos la vida de los árboles.
Y la de los desiertos.
De: “Esperando las noticias del agua”
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