Un Hijo no Debe Morir
No
se si este llanto tiene alas, hijo mío.
A
oscuras, cada noche, besas mi sollozo,
te
guardas el escalofrío que recorre mi cuerpo.
Hoy,
me he dado cuenta que has crecido,
tu
mano en mi hombro, la tibieza de un beso
que
suavemente ha rozado mi frente.
No,
un hijo no debe morir y menos un día de lluvia.
La
noche interminable donde sangra el dolor,
es
como un látigo que azota mi horizonte.
Aquí
estás, te sientas junto a mí,
el
silencio se expande en mi pecho, hijo,
que
fácil sería besar tu huella e ir contigo.
No
volveré a contar cuanto me falta, ya lo sé.
Vivo,
en la cálida humedad que deja el rocío,
pero
estamos terminando junio y no llueve,
sólo
hacia adentro, mil tormentas, hijo mío.
La
luna nueva, dejó una aureola en nuestro árbol
y yo
le até la poca de cordura que me queda.
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