viernes, 7 de enero de 2022

FRANCISCO SERRANO

 

 

Coda

 

 

Un niño en un patio, jugando.
Abre de par en par los brazos.
De su mano derecha brotan,
como un morado castillo de naipes,
los postigos de una ventana,
una vaso con canicas, un canario,
un caracol, un cráneo
y un gato en el alféizar
de otro espacio imantado.
De su costado izquierdo manan
un bosque en el invierno, una laguna
de lanzas azuladas, espigas o espadañas,
una flor, una barca, una bahía,
un búho con su reflejo, y el verde
junto al rosa, amaneciendo.

Aura violeta de la aurora,
vitral del escarchado vaho
en la premura inaugural,
en la prestancia plena de su albura,
déjame concordar
con los acordes del color,
con los tonos y alturas de sus notas,
cantar con la fe de su forma,
reproducir su ritmo, celebrando
la dicha de su transubstanciación,
ese arrobado amor que nos eleva
y nos reinventa y guía
en la alta promesa de cada día

 

 

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