miércoles, 12 de enero de 2022

RAMÓN COTE

  

 

Panteón pagano

El catálogo melancólico de la memoria
Juan Luis Panero

  

Es serena y sagrada la lenta caí­da del sol
cuando el atardecer del verano detiene el tiempo
y su luz dorada acaricia como un ciego la superficie
de todas las cosas que están a su alcance,
reconociéndolas como suyas,
amándolas más que nunca con sus hábiles manos
de orfebre, livianas y puras, demorándose en ellas
como si fueran la más hermosa de sus filigranas.

El ejército rojo del sol final va incendiando los lí­mites
de toda la ciudad. Los muros de ladrillo antes solitarios
y anónimos, los altos edificios de cemento gris
y las inválidas cabinas telefónicas,
parecen por su fulgor acumulado monumentos que el verano eleva
a la altura de los templos, a la contundencia
metálica de lo eterno, como si todas las calles al atardecer
con sus rejas y vitrales y terrazas
se convirtieran en un enorme panteón pagano.

En la noche y a la distancia
la memoria y su tinta solitaria realizan
el catálogo melancólico de sus ruinas doradas,
desenterrando bajo los dí­as lo suyo de los veranos,
los dioses que también fueron suyos,
en la más desolada y ardiente de las profanaciones.

De la inútil reclamación por sus pertenencias
sólo queda un resto de polvo de oro entre las uñas
y por el aire un fugitivo perfume de magnolias.

 

 

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