Lengua sobre lengua
(sobre las “epifanías” de Claudine
Bertrand)
abandona
el crepúsculo
deja
que se hunda tu voz
lejos de los dioses celosos
bríndame
tu penumbra
la
muerte
nunca viene de fuera
tú
la guardas en ti
como un continente sepultado
tú
buscas la pátina
no el brillo
infatigable eternidad
el
espacio de un nacimiento infinito
una verdadera respiración
Dios
es un bebé que duerme
confianza
confianza ilimitada
en el instante
el
mañana
es siempre la muerte
dejémonos
habitar
seamos atravesados
tornémonos al fin porosos
las
tumbas están siempre vacías
para los de los ángeles
prefiere
el mundo
es un diamante febril
allá
donde todo es verdadero vértigo
allá
donde sólo tú lees el universo
yo
camino
al margen de tus palabras
es
aquel bosque de inspiraciones
lo reconozco
donde
uno viene a vestirse de voz
para sostener el mundo
donde
tú buscas
tu núcleo de rebeldía
para
temblar justo
resonar cortante
luminoso
doloroso
luminoso doloroso
llega
la noche
tú dices
la garra de la palabra
el sexo de la voz
te
deslizas
al interior de un vocablo
ves
el nacimiento del mundo
hay
una brecha
en tu rostro
una
presencia tangible
lejos de los simulacros
una
brecha
que me revela
yo
tomo tu cielo
como una mano tendida
pongo
fin a tu ceguera
detengo tu cuenta regresiva
te
veo
encuentras tu apoyo
sobre la tierra
con tus manos de noche
tus
palabras vienen a mi boca
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