Las
profundidades
Cuando
la blanca niebla se evapora,
un abismo de luz interminable
queda revelado. Las últimas telarañas
de niebla
sobre los abetos negros son copos
de ceniza en la chimenea del mundo.
El
frío del océano es la contraparte
de este gran fuego. Zambulléndonos
fuera del frío ardiente del mar
entramos en un mar de intenso
mediodía. Bendita, la sal
destella en nuestros cuerpos.
Cuando
la bruma nos haya envuelto una vez más
en su fina lana, que el sabor de la sal nos recuerde
las grandes profundidades que hay en nosotros.
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