A
Cuba
Cuba,
Cuba mi patria querida,
vergel bello de aromas y flores,
cuyo cielo de puros colores
densa bruma jamás ocultó.
Yo a
las sombras nací de tus palmas;
tus sabanas corrí siendo niño,
y por eso mi eterno cariño
adorarte por siempre juró.
Yo
no envidio los goces de Europa,
las grandezas tampoco que encierra,
que es más bella mil veces mi tierra
con sus brisas, sus palmas, su sol.
Con
su sol que el invierno respeta
sin que pueda su mano de hielo
la verdura borrar conque el cielo
nuestros vírgenes campos vistió.
Nunca
helada se vio, Cuba hermosa,
en tu suelo la limpia corriente,
ni del ábrego el soplo inclemente
agostó de tus prados la flor.
Los
cafetos cuajados de frutos
cubren siempre tus altas montañas
y en los llanos dulcísimas cañas
miel nos brindan de rico sabor.
En
tus bosques jamás, patria mía,
el rugido se oyó de la fiera
que sedienta de sangre corriera
de la víctima mísera en pos.
Aquí
solo se escucha en el campo
el arrullo de tierna tojosa
y la voz apacible, armoniosa,
del sinsonte que canta su amor.
No
en tus valles las pardas almenas
se descubren de viejo castillo
que recuerden al pueblo sencillo
los horrores de tiempo feudal.
Allí
solo la ceiba coposa
alza bella la frente altanera
y a su lado la verde palmera
que hace suave sus pencas sonar.
Cuba,
Cuba, mi patria querida,
vergel bello de aromas y flores,
cuyo cielo de puros colores
densa bruma jamás ocultó.
Yo
en tu suelo nací venturoso,
tú abrigaste mi cándida infancia
y por eso mi eterna constancia
adorarte por siempre juró.
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