Rapsodia española
Maurice
Ravel (1875 – 1937)
Insistente Ravel, en su bolero, repite
una y otra vez su melodía y
yo asciendo palabras, músicas de arena y viento.
Un
cuello de cisne
se apoya intermitente
en tu regazo,
y vuelas mientras
canta mi voz
en tu cabeza y sigue
haciendo bucles
al llamarte.
Me asomo a tu ventana,
huyes precipitadamente.
Mujer
bravía,
pies de garza,
corazón triste.
Una
malagueña sale a tu encuentro.
Voces, ojos, piel de garza y alas
te envuelven el alma.
Inmóvil ajetreo se rebela
frente a ti,
inmóvil observas.
Mujer
bravía,
pies de garza,
corazón triste.
Vuelves
al mar con la brisa
de habaneras a tu encuentro
y aquellas gotas de bruma
perfuman tu alma.
Por fin taconeas en la playa,
saltas círculos de espuma
que adornan tu piel blanca.
Mujer
bravía,
pies de garza,
corazón triste.
Luminosa
escena
cortejas músicas de viento,
depositas las riendas de tus alas
a su lado y aún te escapas
acunada por cinco violines,
dos violas y un contrabajo.
Mujer
bravía,
pies de garza,
corazón triste
vuelas y asciendes,
allende te refugias,
inaccesible,
en acantilados de plata y luna.
De: “Un roce al paso”
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