Después
del amor
Esta
mujer y yo terminamos.
Ahora,
dejando el desorden de las sábanas
hemos
mirado por la ventana hacia la calle.
Un
poco a la derecha
unos
obreros componen una enorme valla
que
dice: Todos con boinas rojas a la Plaza de la Revolución.
Ella
se vuelve al interior del cuarto de hotel.
Yo
miro sus nalgas color de tinta de imprenta.
Siento
lo que los hombres normales ante tal espectáculo:
Doy
gracias a quien corresponda por encontrarme vivo.
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