Entornemos
los ojos
Entornemos
los ojos y juntemos las manos
y dejémonos ir quietos por la corriente,
si nos zumba al oído el colmenar humano
entornemos los ojos, apretemos los dientes.
Y
sigamos así, ciegos a las ajenas
ansias de atropellarse por mirar y mirar,
recojamos el polvo de las pisadas buenas
y hagámonos camino por entre el colmenar.
Y
por fin llegaremos a una meta desierta
y allí nos dormiremos en una larga siesta
hasta que la caricia de otro sol nos despierte.
Una
pregunta ingenua vagara en tu mirar:
-¿A dónde me trajiste? … y querrás arrancar.
Yo te diré al oído.- Estamos en la muerte.
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