jueves, 25 de agosto de 2022

JOAQUÍN CIFUENTES SEPÚLVEDA

 

  

Presentimiento

 

 

(y madura en mis labios una sonrisa amarga
el recuerdo angustioso de este presentimiento)

Esa mirada que persigo
huye de mí y no sé por qué…
tal vez los hombres la dijeron
que entre mis labios palpitaba
como una flor la maldición.

Seré un esclavo del perjuicio.
Nadie – mujer, hombre ni niño –
comprenderá mi pensamiento.

Celestinescos parlanchines
me harán el blanco de sus risas,
y esas dos manos que persigo
se alargaran con indolencia
para mostrar al hombre malo.

Nadie – mujer, hombre ni niño –
verá en mis ojos una lágrima
que trata en vano de entregarse.

Arrancaré del mundo ingrato
llevando en mi la maldición
de esa mirada que persigo;
tal vez allá en la lejanía
un andrajoso limosnero
de sus harapos me haga cama…

 

 

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