Testimonio
1
¿A
estas alturas, por quién,
a
quién hablo? ¿Por el viejo, por el joven,
o
por nadie? A ninguno
de
ellos: desde el eterno al no nacido, al imperecedero
hablo,
yo, que estoy sola
en
un tiempo y un lugar donde nadie
me
encontrará, yo, que ya no estoy aquí,
cuando
tú, quienquiera que seas,
viejo,
joven, a medio camino por la vida
estés
conmigo en este no lugar, en este no tiempo
infinito,
donde cada uno es, quien un instante aguanta,
como
yo ahora en tu corazón, el orbe.
Igual
que tú soy
cáliz
de corazón, lleno un instante
de
océano y aire y luz,
este
cuerpo, este cáliz que se desborda
con
la Presencia única, se irá,
disuelto
una vez más, y una vez más y una vez más
gota
en el océano,
será
uno contigo, nunca más
esta
mujer cuya mano escribe palabras no mías,
legadas
por la multitud de los que una vez vivieron,
aquellos
que conocían, amaban, comprendían y nombraban
saberes
transmitidos
a
los que han de llegar, cuyos rostros no veré,
y,
sin embargo, al tiempo que escribo estas palabras, soy ya uno con ellos.
2
¿Qué
puedo deciros, hombres futuros,
yo
que soy vieja, yo que fui joven,
que
fui niña, yo que fui
en
mi ilimitado aquí y ahora como vosotros?
Esta
mano que escribe desde mi oscuro mundo
en
vuestro oscuro mundo venidero
da
fe del deleite del corazón.
Vosotros
que seréis, como yo,
la
sangre derramada del propio corazón,
una
y otra vez, sangre engendradora
buscando
siempre el éxtasis de ser
la
eterna presencia de lo siempre vivo,
¿qué
puedo nombrar sino el misterio único
que
aquí y ahora es para mí
este
sol luminoso, este albor del cielo?
3
Estoy
vieja, estoy sola,
como
otros están solos esta noche,
en
el pequeño círculo de mi luz,
recluida
en los cuatros muros de mi alcoba invernal,
recluida
en mi piel, marchitada por el tiempo,
recluida
en mi corazón, que palpita exangüe
su
destino un día más hacia el fin del tiempo,
más
leve la soledad a solas,
pronto
el no ser...
aun
el que todo lo abarca,
elocuente
en el silencio, presente en la ausencia, intemporal,
joven
en lo viejo, viejo en el recién nacido
en
todas partes y en ninguna, es fugaz, es efímero,
y
ahora, al tiempo que escribo, es íntimo, es mío.
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