Los
santos inocentes
Cogíamos
el agua de las fuentes públicas
yo
que nací en mil novecientos ochenta y tres
que
lo tuve todo al alcance
la
escarcha sobre los dedos y el mismo sudor de cada verano
con
el que pagaba la matrícula
pero
robábamos el agua de las fuentes
como
los gitanos del extrarradio
y
limpiábamos cristales
Esta
calle hijo nos pertenece
veintitrés
comercios veintitrés familias
veintitrés
saludos impolutos desde primera hora
Buenos
días señor Gobernador
no
necesito escolta no aquí
donde
me reconocen los obreros
buenos días
antes
de las diez posábamos el cubo sobre los escaparates
ellos
vendían zapatos y camisas que no podíamos comprar
que
anhelábamos mientas pasábamos la gamuza
Madrugar
tenía un sentido Dios no ayudaba
pero
teníamos el refranero
La
multitud dejaba sus riquezas
en
los labios de los comerciantes
nosotros
cargados con el cubo
en
dirección opuesta
De:
“El fondo del cubo”
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